Comunicación Corporativa 2.0

Miguel E. Antezana C. (*)

Uno de los adjetivos comunes cuando nos referimos al uso de tecnologías, Internet y relacionados es el de “2.0”, el cual significa mucho para unos, y casi nada para otros tantos. La tan mencionada numeración proviene del término “Web 2.0” el mismo que comenzó a ser utilizado hace unos cinco años como una forma de explicar y referirse a la segunda generación en la historia del desarrollo de la tecnología web. Más específicamente, esta nueva concepción se basa en la colaboración, participación, interacción e intercambio de información y conocimientos entre los usuarios a través de comunidades virtuales, redes sociales, blogs, microblogs, etc.

Así como la Web evolucionó al pasar el usuario de un papel estático a otro dinámico, ya se habla y trabaja inclusive en una Web 3.0, algo que raya con la ciencia ficción pues trata de la web inteligente, inteligencia artificial o “web semántica”. Sin embargo, dados los gigantes pasos que ha dado la humanidad en los últimos 30 años, ya nada es imposible y todo desarrollo tecnológico puede verse cada día más cerca.

En el caso de las Ciencias de la Comunicación y la Comunicación Corporativa en particular, ésta no se queda atrás. De hecho, a pesar de que en muchos países se está “descubriendo” su poder como herramienta de gestión empresarial, ya podemos referirnos a una etapa de evolución de la Comunicación Corporativa. Es más, debemos pensar y diseñar estrategias comunicacionales basados en la Web 2.0, por lo que no es nada atrevido afirmar que se debe trabajar con criterios de “Comunicación Corporativa 2.0” (CC 2.0).

¿Qué tiene de nuevo?

Los lineamientos básicos de CC 2.0 han sido siendo asumidos, en primer lugar, por las personas en forma individual; y poco a poco ha ido permeando en las organizaciones. Nos referimos a la presencia “virtual” de personas naturales y/o jurídicas en la Web.

En algún momento se dijo la frase “si no estás en Internet, no existes”, la cual se ha ido transformando con coordenadas más específicas hacia “si no estás en Facebook, o si no estás en Twitter, no existes”; la cual es totalmente cierta, pues –al fin y al cabo- el proceso evolutivo de la Web 1.0 hacia la 2.0, no es más que el transitar de un proceso meramente informativo, a uno realmente comunicativo, pues el usuario ahora participa en la Web.

Sobre la base de lo anterior, las organizaciones no se pueden dar el lujo de quedarse relegadas, ni quedarse por fuera en esa gran nube comunicativa y universal que constituye el uso de las tecnologías. Las herramientas comunicacionales de la Web 2.0 calzan perfectamente en estrategias de CC 2.0 ya sea que tengan como objetivos públicos externos y hasta internos; pues se cree –erróneamente- que sólo sirven para fines comerciales.

Demos un paso, o dos

Puede asumirse que, si ni siquiera se está montado en la ola de la Web 1.0, mucho menos podría pretenderse trabajar con la Web 2.0, lo cual es errado. Análogamente podemos apreciar a adultos mayores que nunca se imaginaron la existencia de un teléfono celular… pero ahora tienen, manejan y dominan un BlackBerry sin inconvenientes.

Del mismo modo, en cualquier organización puede realizarse un trabajo conjunto en las dos etapas; pero eso sí, teniendo muy claro que se está frente a un trabajo comunicacional (CC 2.0) apoyado en el uso de tecnologías. La utilización de las herramientas gratuitas disponibles (como Facebook o Twitter, por mencionar las que están en boga) para darle presencia a un empresa o institución no implica que, per se, se esté trabajando con criterios comunicacionales adecuados. El uso nunca involucra necesariamente conocimiento.

Otro aspecto importante a considerar es el relacionado con los contenidos que se van a compartir con todos los públicos que accedan a las herramientas. Si las utiliza pero no se tiene nada que decir, es como una persona parada en medio del espacio de una animada reunión y no dice absolutamente nada, no habla con nadie, ni interactúa con persona alguna. Si su papel va a ser ese, mejor no vaya a la reunión.

Consideraciones importantes

La comunicación es un proceso de doble vía, es un proceso en el que siempre se espera la respuesta, el feedback. Para que una conversación sea considerada como tal, debe haber coparticipación y constancia. La evolución de la Comunicación Corporativa involucra a sus públicos en los procesos sobre la base de herramientas de fácil acceso, las cuales obligan a una reinvención constante de los medios a utilizar.

La CC 2.0 debe partir del entendido que la comunicación es cada día más incluyente, más universal y que elimina en forma eficaz y gradual aquellas barreras que pudieran existir, o que terceros pudieran tratar de imponer. En este sentido, si no se comunica, no sólo es que no exista; se le da fuerza y presencia al que sí gerencia la comunicación.


* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 24 de agosto de 2009, pag. 23

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Más que signos y colores

Miguel E. Antezana C. (*)

Colores, grafías, eslóganes, tonadas (jingles), son algunos elementos que suelen venirnos a la mente cuando nos referimos a un producto, servicio, empresa o personaje público. El sello distintivo particular -más conocido como marca- conlleva generalmente a un esfuerzo gráfico y de consenso importante; sin embargo, la identidad gráfica y/o visual es sólo parte de lo que puede considerarse la columna vertebral de una organización: la identidad corporativa.

Si esto es cierto, toda organización debería tener identidad, debería conocerla y debería velar por su cuidado; lo cual en gran número de ocasiones no es así y explica el rápido declive de muchas empresas.

La identidad corporativa es el conjunto de elementos empresariales, organizacionales, operacionales y de comportamiento, que son transmitidos de forma comunicacionalmente estratégica para diferenciar a una corporación de otra.

La identidad corporativa es trascendental porque constituye uno de los activos intangibles más valiosos de las organizaciones y les permiten estar en constante contacto con todos sus públicos de interés, ya sean internos o externos.

Punto de partida

El primer paso para un trabajo serio de identidad es la misión y la visión de la organización. Esto que pareciera algo muy fácil, no lo es; pues la formulación de estas ideas rectoras fundamentales tiene que realizarse sobre la base de criterios comunicacionales. Una misión larga, poética, con palabras técnicas o con oraciones interminables, nunca orientará correctamente sobre lo que hace la empresa.


Por otro lado, confundir lo que es una misión con lo que expone una visión, suele traducirse a la larga en un conflicto de identidad y hasta en un rendimiento decreciente en las empresas, pues los trabajadores no saben hacia dónde van.

La misión y visión de la empresa moldearán otros factores tan primordiales como lo son el comportamiento corporativo, la personalidad corporativa y la cultura corporativa; y otros no menos importantes como los valores corporativos. La gran dificultad de éstos últimos no es “encontrarlos” (hay empresas que ostentan un largo listado de valores), sino en administrarlos; pues no basta tenerlos nominalmente, sino poseerlos y gestionarlos en forma real.

¿Cómo la vemos?

La peor identidad corporativa que se pueda tener es aquella que no se posee formalmente, pues da pie para que los públicos objetivo (internos o externos) la intuyan a su libre albedrío o por influencia del último contacto cliente-empresa.

Si dicho contacto fue positivo puede ser que el público lo recuerde, pero no hay ninguna seguridad de que confíe en la empresa y que vuelva a ella. Si el último contacto fue negativo, con seguridad el público se referirá en forma despectiva a la empresa y no desaprovechará ninguna oportunidad para retransmitir esa frustración entre sus allegados. Por lo tanto, no sólo se perderá un cliente, sino muchos potenciales por la imagen negativa que se está propagando.

En este sentido, la atención al público es la forma más elemental de transmisión de la identidad corporativa. Esa interacción demuestra cuál es el comportamiento, la personalidad y la cultura corporativa que existe (o no) en la organización, y que le permite al cliente decidir si sigue (o no) su relación con dicha organización.

Por lo tanto, si la empresa no tiene identidad, hay que crearla. Si no existe una cultura corporativa, es decir, una manera particular de hacer las cosas, también hay que hacerla. Si no se tiene un comportamiento corporativo, uno que permita que los procesos operacionales fluyan, pues hay que darle forma con criterios de comunicador corporativo, pero con visión y gestión empresarial.

¿Qué hacemos con ella?

Existen organizaciones que tienen una clara identidad corporativa pero no tienen conciencia plena de ella y no la administran como lo que es: un activo intangible. Análogamente, eso es como una persona que se dedica a vivir pero no tiene conocimiento de todos y cada uno de los músculos, nervios u órganos que posee su cuerpo.

La identidad corporativa no cambia; evoluciona, se consolida y –con una adecuada administración- genera utilidades a las organizaciones. Planificar y trabajar con criterios de comunicación corporativa es esencial para avanzar en un entorno competitivo o de crisis; por lo tanto, nunca dejará de ser una buena inversión dedicarle recursos al estudio y desarrollo de la identidad. Una buena organización siempre debe tener presente que todo, absolutamente todo, comunica. Hasta el silencio comunica.

* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 10 de agosto de 2009, pag. 23

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Auditar no es fiscalizar

Miguel E. Antezana C. (*)

Si hiciéramos una encuesta indagando sobre qué es una auditoría, la mayoría se referiría a esas labores que un grupo de contadores hace en la organización, a solas, casi que en misterio, y entre cuyas labores está el solicitar documentos, facturas y otros papeles que soporten las cuentas de la empresa. Según el Diccionario de la Real Academia Española, auditar es “examinar la gestión económica de una entidad a fin de comprobar si se ajusta a lo establecido por ley o costumbre”.

En ese sentido, es común creer que los procesos de auditorías se limitan a la contabilidad y a los Estados Financieras de una organización, cuando en realidad existen otras áreas que merecen ser examinadas. Siendo la comunicación una herramienta más de la gestión empresarial, y de vital importancia para el desarrollo de la organización, es necesario que la gestión comunicacional sea revisada periódicamente; más aún cuando se sospecha y/o siente que los procesos comunicacionales no están dando los resultados esperados.

Una Auditoría de Comunicación e Imagen es el proceso mediante el cual se realiza un diagnóstico integral de la eficiencia y efectividad de los procesos de comunicación en las organizaciones, así como la evaluación de los resultados que éstos generan tanto a nivel interno como externo.

La auditoría comunicacional, para que sea verdaderamente un ejercicio completo y efectivo para la empresa, debe analizar tanto la comunicación como la imagen; ya que de nada sirve hacer un inventario de medios utilizados por la organización (que de hecho, ya se conoce) sin evaluar su funcionamiento y los resultados que generan, los cuales siempre serán “imágenes” para los distintos públicos de la empresa.



Principios

La auditoría es un proceso con una metodología propia y adaptado a la realidad de cada organización en particular. Para fines didácticos, solemos compararla con el trabajo que realiza un profesional de la medicina con un paciente. Si la persona tiene una molestia específica, tiene unos síntomas, el médico realizará unos estudios que considera pertinentes para su caso y así verificar que el diagnóstico es el correcto. Si procede, le recetará un tratamiento; sino la remitirá al especialista. Análogamente, para el área comunicacional, podemos inferir los siguientes principios:

1. La auditoría comunicacional debe ser realizada por profesionales de la Comunicación Corporativa, por conocedores de la teoría y la práctica, y nunca debe verse como un proceso mecánico y monótono, pues la comunicación es cambiante y dinámica.

2. El proceso auditor debe ser realizado por un ente externo a la organización, pues ello asegura objetividad e imparcialidad a la hora de emitir el diagnóstico y las recomendaciones.

3. El encontrar problemas comunicacionales en la organización no implica necesariamente y/o exclusivamente que el área encargada de la comunicación esté haciendo mal su trabajo. Si bien dicha área coordina, gerencia y trabaja las comunicaciones, éstas son herramientas de toda la empresa y puede suceder que otra área distinta sea la que esté generando distorsiones, ya sea a nivel interno o externo.

4. Las acciones publicitarias también deben ser auditadas. Un gran y frecuente error es contratar a una agencia de publicidad por el largo historial de premios, reconocimientos y estatuillas ganadas, lo que redundará en un abultado costo. Sin embargo, lo que a la empresa debe interesarle son los resultados de la publicidad, sin importar quien las haya generado. La relación inversión-resultados es vital, pues un comercial puede ganar premios y no generar utilidades; lo cual resulta en una pésima inversión.

A nivel interno

La comunicación que hace la empresa hacia sus públicos externos no se limita a la publicidad. Por el contrario, las organizaciones tienen tantos vehículos comunicacionales como trabajadores tenga, por lo cual la comunicación interna debe ser exhaustivamente evaluada.

Las disfunciones organizacionales (fallas organizativas, estructurales o no) suelen afectar seriamente la comunicación interna y el clima organizacional. No obstante, muchas veces estos “males” no son detectables “a simple vista”, por lo que se requiere que el auditor utilice las mejores herramientas que –a su criterio- permitan hacer evidentes dichos problemas. En este sentido, una cualidad imprescindible del auditor comunicacional es su capacidad de ser facilitador, promotor y conciliador, para que los trabajadores puedan expresarse con total libertad.

La auditoría comunicacional no es proceso que–necesariamente- deba realizarse cada año, así se hacen las de carácter contable y financiero. Sin embargo, cuando se perciben que los problemas comunicacionales son más frecuentes a pesar de los esfuerzos internos, es hora de formularse la conocidísima frase: “¿Y ahora, quién podrá ayudarnos?”.


(*) Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 27 de julio de 2009, pag. 23

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La forma sí importa

Miguel E. Antezana C (*)

Aquellas empresas que trabajan con la conceptualización errada del siglo XX, bajo la cual "basta con contratar un periodista" para las labores de comunicación de la empresa (y todavía quedan muchas por ahí) están menos preciando y subutilizando el poder estratégico de la comunicación en la gestión empresarial.

Esa anacrónica visión solo se enfoca en labores de comunicación externa, es decir, generar notas de prensa, realizar convocatorias a medios e inclusive preparar uno que otro evento dirigido a públicos externos; lo que a la larga pudiera confundirse erróneamente con las labores de relaciones públicas.

Solo las empresas que han entendido que la comunicación corporativa es el conjunto de procesos de información y comunicación, tanto para públicos externos como internos, son aquellas que ven que para una buena gerencia empresarial es indispensable una buena administración de la comunicación interna.

Su importancia

Los medios de comunicación interna, también llamados canales, son imprescindibles para el proceso de transmisión de la información y para que se generen los procesos comunicacionales en la organización. La carencia de ellos revela que no existe realmente comunicación interna, que no se tiene un conocimiento serio de ella, o que las personas encargadas de tales labores no tienen la suficiente preparación para llevar esta tarea adelante.

Si bien es cierto que la esencia de los canales de comunicación interna es que a través de ellos fluyen los mensajes destinados a los diversos públicos, su importancia no se limita a esa función, pues podemos identificar tres valores principales que justifican su existencia.

En primer lugar, su presencia los convierte formalmente en los medios de comunicación e información oficiales de la empresa, institución u organización en general. Es decir, las informaciones allí reflejadas deben ser tomadas como ciertas, aceptadas y válidas por todos los integrantes de la organización, dejando de lado cualquier otro tipo de "noticia" transmitida por canales informales (como el popular "radio pasillo").

En segundo lugar, es la fuente primaria a la cual los trabajadores o integrantes de la institución deben recurrir para buscar, encontrar y cerciorarse de temas o aspectos relacionados con sus labores y que les permitan seguir llevándolas a cabo sin alteraciones generadas por falta de información o por falsas informaciones.

Y, en tercer lugar, es una de las fuentes históricas más fidedignas de la organización en cuanto a órdenes, políticas y hechos en general, los cuales sirven posteriormente para evaluar su desarrollo en el tiempo.

Cuestión de forma


La comunicación interna no se enfrenta haciendo un "boletín" para los trabajadores (principal público interno de las organizaciones). Cada empresa o institución tiene una identidad propia, tiene objetivos particulares, tiene empleados de diversos niveles socioeconómicos y educativos Esto obliga a que la labor de creación de medios internos de comunicación sea realizada por profesionales de la comunicación corporativa.

Cada organización tiene una cultura propia, un ritmo de trabajo distinto y diferentes tipos de trabajadores, elementos que deben ser tomados en consideración al momento de diseñar, estructurar y poner en funcionamiento un vehículo comunicacional interno.

Un canal mal concebido, diseñado sobre la base de un gusto particular, sin tomar en consideración a los públicos a los que se va a dirigir, significará -más temprano que tarde- una pérdida de tiempo, pérdida de dinero y un deterioro de la imagen gerencial por la errada toma de decisiones en el tema comunicacional.

¿Tendrá sentido -por ejemplo- gastar recursos financieros en una costosa intranet corporativa cuando el mayor porcentaje de trabajadores es personal obrero? ¿Valdrá la pena el esfuerzo de elaborar un boletín interno cuando la mitad de las noticias se refieren a las labores del presidente de la empresa? ¿Será una decisión correcta el consultar todo el tiempo al presidente de la organización sobre qué informar, asumiéndolo como un "aval" de lo que se hace? Existen muchas preguntas similares que pueden conducir a pensar que el manejo de los medios de comunicación interna no es el más adecuado, que posiblemente no estén cumpliendo los objetivos para los cuales fueron creados, o que no estén siendo tomados en cuenta por los públicos a los que supuestamente se dirigen.

El no trabajar con criterios de comunicación corporativa trae como consecuencia -inclusive- la utilización de herramientas que en la actualidad pueden resultar obsoletas para el proceso de comunicación interna y que afectarán a la larga el desarrollo de la organización en general. Así como es importante el fondo, también lo es la forma.


(*) Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 29 de junio de 2009, pag. 23

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¿Basta con informar?

Miguel E. Antezana C. (*)

Se acaba el ejercicio económico de la empresa y todas las áreas trabajan presurosas en redactar textos, elaborar cuadros, diseñar gráficos y sacar copias. Todo el esfuerzo administrativo se concentra en la elaboración del próximo Presupuesto Anual y en el Plan de Negocios del siguiente período.

La actividad no tiene nada de extraordinario, a no ser por algunos “detalles” que se han convertido en comunes dentro de la práctica gerencial latinoamericana: dichos documentos, luego de ser aprobados -por la Junta Directiva, la Asamblea de Accionista o el nivel jerárquico “superior” establecido para tal fin en la empresa-, se convierten en mamotretos que adornan las repisa de los encargados de las mismas áreas que los elaboraron. ¿Qué los convierte en inaccesibles para todo el mundo? ¿Qué los convierte en libros sagrados? Absolutamente nada. Es la falta de una cultura comunicacional lo que convierte a ese pesado ejercicio administrativo anual en algo inútil para la gestión empresarial.

Todo lo que se haga en la empresa y no se informe es malo; pero todo lo que no se comunique es inservible. Tanto las cifras (tan celosamente manejadas por Finanzas o Contabilidad) como las políticas, estrategias y acciones puntuales, deben pasar por procesos comunicacionales -previos y posteriores- para que se articulen con el quehacer, con el día a día, de la organización.

Informar es sólo transmitir mensajes y, por ello, es la forma básica, elemental y casi exclusiva de los cargos supervisores para emitir órdenes a sus subordinados. Sin embargo, este proceso -que es unidireccional- acarrea muchas fallas e impide la obtención de materia prima valiosa para perfeccionar los diversos procesos empresariales u organizacionales.

Al limitarse a informar, el supervisor o gerente asume que las indicaciones dadas son correctas, perfectas e infalibles, lo cual es totalmente errado. El limitarse a informar es negar la realidad, es tapar el sol con un dedo y es menospreciar el capital humano con el que cuenta la organización. La limitación a informar es ponerle una barrera a la posibilidad de mejoramiento continuo y es una muestra evidente de mala gerencia.

¿Para qué comunicar?

La comunicación es la actividad humana por naturaleza y es la que mejor realiza el hombre desde que nace. La retroalimentación –o feedback- es la base del proceso mediante el cual las personas adquieren, comparten y generan conocimientos. La comunicación, como proceso bidireccional y hasta multidireccional, permite el enriquecimiento de todos los involucrados, pues ubica los mensajes transmitidos en un paso intermedio y previo a un resultado final mejorado, consensuado y aceptado por los participantes.

En la empresa u organización, la comunicación genera utilidades tangibles e intangibles, y transforma a los empleados en generadores de valor. Partiendo sobre la base de que el personal contratado se ajusta a las necesidades empresariales (por eso fue seleccionado), impedir que se comunique y participe de los procesos “gerenciales” es desaprovechar una fuente inagotable de ideas, de visiones y de aportes vivenciales.

El gerente debe tener la capacidad y la preparación adecuadas para administrar y utilizar los aportes del personal a su cargo –resultantes del proceso comunicacional- y convertirlos en factores de cambio positivo en la gestión de su respectiva área. Es precisamente éste el mecanismo a través del cual puede validarse que los Planes de Negocios y Presupuestos sean reales, ejecutables y sus metas alcanzables. Sin la participación efectiva de todos y cada uno de los integrantes de la organización, dichos documentos se convertirían en un simple ejercicio teórico y perderían valor estratégico para la empresa.

Gasto frente a inversión

La ausencia de una verdadera cultura comunicacional –pese a que puede existir en la empresa un área de “Comunicaciones”, de “Comunicación Corporativa”, o similares- es la principal causante de que los procesos comunicacionales no sean manejados con criterio gerencial y que se tenga una visión equivocada de los recursos que deben destinarse a ellos.

El hecho de que las actividades de comunicación se realicen en el corto plazo, pero que los resultados reales se perciban en el largo plazo, es la realidad que debe considerarse para entender que se habla de inversión y no de gasto. Por ello, la correcta interacción con los públicos objetivo de la empresa, tanto internos como externos –como dice una conocida publicidad- no tiene precio.

(*) Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 1ro de junio de 2009, pag. 23

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El DIRCOM: motor de la gestión corporativa

Miguel E. Antezana C (*)

La avasallante presencia de la tecnología en toda actividad humana (económica, social, cultural, etc.) ha cambiado radicalmente la visión tradicional del desarrollo profesional en todas las áreas. La utilización de nuevos modelos de computadoras (de escritorio o portátiles), de teléfonos celulares de última generación, de conexión inalámbrica a Internet y otras tantas muestras del avance tecnológico no son –para nada- muestras de esnobismo o de estatus: son herramientas de trabajo comunicacional.

En este sentido, las organizaciones (sean privadas o públicas) no pueden quedarse relegadas de la nueva y cambiante visión del mundo. Los cambios son constantes y su intensidad aumenta a medida que la tecnología avanza. Dentro de este marco, la comunicación está adquiriendo (en algunos países con más fuerza que en otros) una importancia estratégica para el cumplimiento de metas empresariales. La comunicación es una herramienta vital de la gestión empresarial y no una actividad aislada, ocasional y menospreciada como lo fue para muchos en el siglo XX.

No obstante, para que la comunicación sea realmente efectiva se requiere preparación profesional, conocimientos especializados y –sobretodo- una amplitud de criterio para aprehender y aprender experiencias que puedan utilizarse en beneficio propio.

¿Qué es un DIRCOM?

La palabra DIRCOM nace de la conjunción de sílabas de las palabras “Director” y “Comunicación”. El Dircom dista mucho de ser un cargo administrativo, una posición burocrática o un invento de nombre en estructuras organizacionales. El Dircom gerencia todos los procesos comunicaciones de la organización, tanto internos como externos; diferenciando claramente lo que es información y lo que implica comunicación.

Sobre la base de lo anterior, una empresa pierde competitividad cuando aún –en pleno siglo XXI- mantiene el criterio obsoleto de creer que para las labores comunicacionales basta con contratar a un “periodista”. Aquella organización que valora adecuadamente la comunicación cuenta con una herramienta –y muy poderosa- que potencia en forma positiva la gestión empresarial; sin embargo, hay que contar con el adecuado recurso humano para utilizarla eficazmente.

El Dircom es muchas veces comparado con un “director de orquesta” que suele dirigir todas las formas de comunicación que utiliza una organización: comunicación interna, externa, relaciones públicas, publicidad, etc.; sin embargo, esta concepción es limitada. El Dircom es en realidad uno de los brazos ejecutores de las políticas organizacionales y, como tal, miembro del plantel gerencial de la empresa. El Dircom no es un “jefe de prensa”, no es un “coordinador de relaciones públicas”, o un cargo cuyo nombre expresa –precisamente- las limitaciones de sus actividades.

Las labores del Dircom posibilitan que todas las demás áreas de la empresa encuentren en la comunicación un instrumento de gestión y de acción. Dircom es más que un nombre, un concepto, o hasta una marca; es una filosofía, una manera gerencial de trabajar la comunicación.















DIRCOM en Venezuela

Desde enero de 2009 circula en Venezuela la Revista DIRCOM, el único medio impreso especializado en Comunicación Corporativa, Publicidad, Mercadeo y Gestión Empresarial. Editada por Antezana Comunicación Corporativa, DIRCOM no es una revista nueva, es una publicación reconocida y referencia a nivel Iberoamericano por la calidad de sus contenidos, por la diversidad de temas y autores; pero sobretodo por su continuidad. Desde 1999 DIRCOM ha circulado invariablemente en Argentina -y en otros países a través de suscripciones- y ahora se encuentra en el país.

DIRCOM se dirige a los profesionales de la Comunicación Social, la Gerencia, los Recursos Humanos, las Relaciones Públicas, las Relaciones Industriales y la Administración de Empresas; académicos de los campos antes mencionados; mandos medios y cargos gerenciales de empresas privadas y públicas; estudiantes (de pregrado y/o posgrado); así como a todo público interesado en temas de la comunicación, la organización, la responsabilidad social, el mercadeo y la gestión empresarial en general.

Para el Director del Grupo DIRCOM en Latinoamérica, Juan José Larrea, la presencia de la publicación en Venezuela "destaca y profundiza uno de los compromisos del Grupo con los profesionales y estudiantes: la gestión del conocimiento latinoamericano en materia comunicacional, por expertos de la región".


(*) Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 22 de mayo de 2009, pag. 22.

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Apuntes para un Comunicador Corporativo

Miguel E. Antezana C. (*)



Un líder exitoso invertirá e incrementará la cantidad de tiempo
dedicada a los asuntos de la comunicación. Sólo tome un ejemplar de “Fortune”, por ejemplo, y verá a ejecutivos explicando qué es lo que sus compañías están haciendo.

Steven J. Harris

Un refrán dice que “detrás de un hombre exitoso, hay una gran mujer”. Con el pasar del tiempo esta frase ha tenido añadiduras, algunas cómicas, pero ninguna le quita valor . Hoy en día, en el campo empresarial, es (y debe ser) impensable que detrás de una gran empresa con excelente imagen en el mercado, no exista un comunicador social corporativo o -para simplificar- un comunicador corporativo.

El tema no es nuevo, pero siempre será novedoso en la medida que en todo el mundo, todos los días, nazcan empresas, pequeñas, grandes, privadas o públicas. Puede ser que muchas de las que se integran al mercado hayan desarrollado un minucioso plan de negocios, uno en el que las cifras cuadran maravillosamente y en el que se prevé alcanzar la rentabilidad en un horizonte determinado; sin embargo, muy probablemente se toparán con una pared o con un trampolín que no siempre ha sido cuantificado en la hoja de Excel: la Comunicación Corporativa (CC).

Así como surgen, otras tantas empresas con años de tradición en el mercado pueden verse frente a una inentendible situación: el negocio no marcha bien, sus clientes no las prefieren como antes o sus empleados no trabajan con el mismo ímpetu que tiempo atrás.

Es precisamente ante este tipo de coyunturas cuando toma importancia –y hasta se “descubre”- el quehacer del comunicador corporativo como experto en su área y, sobretodo, como administrador de activos intangibles de la empresa y hasta como generador de utilidades. Específicamente, nos referimos a aquellos activos denominados: identidad, cultura corporativa, reputación e imagen corporativa; los cuales poseen a su vez una cantidad de “sub cuentas” con un valor agregado ignorado por la contabilidad tradicional y que se administran a través de las diferentes herramientas con las que cuenta la CC.

No es el objetivo de este trabajo recopilar definiciones o conceptos que perfectamente se pueden encontrar en la bibliografía que existe sobre la CC (para algunos relativamente poca, comparada con otras ciencias sociales); sin embargo, cuando la comprensión del trabajo lo requiera, haremos uso de ellos.

Nuestro propósito es transmitir algunas realidades, ciertos lineamientos, determinadas áreas de acción y hasta algunas pistas por las cuales este comunicador especializado debe recorrer, ahondar, perfeccionarse y hasta – ¿porqué no?- investigar.

Punto de partida

Creo en Dios, en la familia y en McDonald’s pero,
en la oficina, el orden es a la inversa.

Ray Kroc

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) , periodismo es la “captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades”. Y periodista es la “persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo” o la “persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión”.

Al egresado de la carrera de Comunicación Social, o de Ciencias de la Comunicación, suele llamársele “periodista”, cuando en realidad no todos se dedican a las labores que el DRAE tipifica para la definición de este profesional.

De hecho, si vamos a la definición de comunicador, la Academia dice que es aquel “que comunica o sirve para comunicar” y “dicho de una persona con una actividad pública: Que se considera capacitada para sintonizar fácilmente con las masas”.

El comunicador social es todo eso y mucho más: es un científico social. Sus campos de acción son tan variados, que las universidades se vieron obligadas –años atrás- a dividir las carreras en diferentes menciones de especialización, luego de un período de estudios comunes o básicos.

La opción o rama, a nuestro juicio, con mayor proyección profesional es la CC; no sólo por los innumerables nichos de trabajo (que son las empresas en general), sino por las nuevas realidades sociales, económicas, políticas y culturales, a las que las compañías deben hacerle frente en el aspecto comunicacional.

En este sentido, entendamos la Comunicación Corporativa como: los procesos de información y comunicación de las empresas, en diversas áreas y con objetivos particulares, que son diseñados para transmitir una imagen estratégica a sus públicos objetivo.

Un profesional multidisciplinario


Muchos intentos de comunicación son anulados por decir demasiado.

Robert Greenleaf

Ante un mundo volátil y que evoluciona aceleradamente gracias a la tecnología, no es extraño que el mercado laboral se enfoque más en los profesionales multidisciplinarios, que en aquellos encasillados en un área con límites draconianamente establecidos. No hay estudiante universitario, ni graduado en cualquier carrera, que pueda prescindir del uso de las computadoras, de Internet, de dispositivos electrónicos de “x” generación y del apoyo de otras ciencias para desarrollarse en sus labores diarias y futuras.

Basta imaginarnos los aspectos legales, religiosos y culturales que debe sopesar un médico al momento de una intervención quirúrgica -por poner un caso- sin dejar de lado todo el dominio de tecnología y equipos que debe poseer.

El comunicador corporativo de hoy, si bien su base es la ciencia de la comunicación, se acerca más al rol de un administrador de empresas. De hecho, para enfrentar problemas de comunicación externa, debe tener conocimiento -o por lo menos debe tener nociones no muy básicas- de cuáles son los principales procesos empresariales en su centro de trabajo.

Así mismo, para desarrollar un plan de acción enfocado en las comunicaciones internas, no sólo debe saber de lenguaje, de cómo expresarse para llegarle a su público, sino tener conocimientos de aspectos organizacionales, del entorno legal que pudiera involucrar un conflicto laboral, nociones de psicología y de ética empresarial. Todo ello sin dejar de lado que es un comunicador pero -al fin y al cabo- también es un trabajador más en la empresa, así ocupe un cargo ejecutivo o gerencial.

No obstante, el aspecto multidisciplinario no implica lo contrario; es decir, no cualquier persona de otra área puede, debe, o tendrá aptitud y actitud para dedicarse a estas labores. Contribuye a este aspecto -que a la larga incide negativamente en la empresa- la creencia de que el área de CC es sinónimo de relaciones públicas, de cabildeo o de periodistas encargados de elaborar notas de prensa o boletines internos, cuando la CC es una labor compleja que requiere tanto de la base conceptual como de la pragmática, comunicacionalmente hablando, pero también del conocimiento de las buenas y malas prácticas, y de las experiencias corporativas.

Creador de identidad
Yo vendo entusiasmo.

Silvio Berlusconi


Si la empresa no tiene identidad propia, hay que crearla. Si no existe una cultura corporativa, es decir, una manera particular de hacer las cosas, también hay que hacerla. Si no se tiene un comportamiento corporativo, uno que permita que los procesos fluyan, pues hay que inventarlo con criterios de comunicador, pero con visión empresarial.

La peor identidad que una empresa pueda tener es aquella que no posee, pues da pie a los públicos objetivo (internos o externos) para que se la formen a su libre albedrío o por influencia del último contacto empresa-cliente. Si éste fue positivo, puede ser que ese público lo recuerde pero no hay quien asegure que confia en la empresa. Si el último contacto fue negativo, con seguridad el público se referirá en forma despectiva a la empresa y no sólo perderá un cliente, sino muchos potenciales.

La identidad tiene como pilares fundamentales la misión y la visión de la empresa. Para que estos pilares sean sólidos y soporten el futuro proceso de CC es deseable que el comunicador corporativo participe en su formulación. En el mundo empresarial, sobretodo en América Latina, solemos encontrar extensas “misiones” y “visiones”, recargadas de palabras, de buenas intenciones, con conceptos que para muchos resultan esotéricos, pero que no poseen contenido comunicacional alguno.

Las mejores misiones que hemos leído ocupan apenas una línea y a veces tienen palabras que se cuentan con los dedos de una mano. Cuanto más claro se diga qué es lo que hace la empresa, cuál es su razón de ser, más evidente será para todos cómo se debe trabajar para alcanzar las metas propuestas.

Si existe identidad, la empresa en su conjunto sabrá hacia donde va. Si se sabe hacia dónde se va, a los públicos se les hará más fácil decidir si desean acompañar a la empresa hacia ese destino. El comunicador corporativo tiene que crear la identidad de la empresa no obstante se diga que existe una; ya que, puede ser cierto, pero no todos la identifican y la conocen.

Facilitador de la comunicación

Si una organización trabaja eficazmente, la comunicación debe hacerse a través del canal más efectivo sin importar su organigrama.

Tom Peters

Por naturaleza todo el mundo sabe y puede comunicarse. Esta frase es quizás una de las más irónicas para un comunicador social pues le lleva a preguntarse para qué estudió la carrera si esto es así. El detalle está en que no todo el mundo sabe comunicarse de la manera correcta. En este sentido, y más aún cuando hablamos de entes tan complejos como lo son las empresas, el comunicador corporativo actúa como facilitador de este proceso: saber qué decir, por qué decirlo, cómo, a quiénes y en qué momento transmitirlo.

Uno de los grandes obstáculos a superar por la CC, a nivel interno, es el esquema organizacional. Mientras más “cajitas” y niveles tenga el organigrama, más cuesta arriba se hace la labor comunicacional. Si a esta característica se le añade el que sea una empresa familiar, o una empresa en la que el más alto ejecutivo la maneja como “suya”, sin delegación de responsabilidades, el trabajo es todo un reto a la imaginación.

En compañías con las características antes descritas, el dueño, el presidente, el CEO, o como quiera llamársele, es quien decide todo y como a él le gusta o parece. Puede ser una persona carismática, aparentemente campechana, que le cae bien a cualquiera, pero no necesariamente es un buen comunicador. Probablemente sea esta una de las razones por las que, en estas circunstancias, el cargo de Director de Comunicaciones (DirCom) sea ocupado por profesionales que poco aportan a la creación real de activos comunicacionales.

Algunos autores limitan la acción del DirCom a la comunicación externa, la imagen pública y las relaciones públicas, dejando de lado la comunicación interna y las relaciones con los trabajadores, lo cual es completamente errado. Los empleados son también vehículos de comunicación empresarial con un efecto multiplicador insospechado y desaprovechado, por lo que deben ser tomados en cuenta al momento de diseñar el Plan Estratégico de Comunicación e Imagen.

El comunicador corporativo debe ser el gran facilitador de los procesos de información y de comunicación, tanto externa como interna, y no debe limitársele su radio de acción. Esta afirmación refuerza el carácter multidisciplinario que debe tener, para así poder relacionarse eficientemente con las diversas áreas de la empresa, tanto como ejecutivo o como un trabajador más, lo cual le permitirá tener una visión amplia del problema a solucionar.

Diseñador de imagen

Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.

William Shakespeare.

“Una imagen vale más que mil palabras”. Nada más cierto para un comunicador corporativo, entendiendo como imagen el conjunto de impresiones, percepciones, ideas, conceptos y experiencias que los diferentes públicos objetivo se forman de la empresa como resultado del proceso de información y comunicación.

La imagen se forma a través de la comunicación pero, para comunicar, tiene que existir una identidad sobre la cual diseñar un plan estratégico del área. Sólo así es que la CC se convierte en una herramienta de gestión empresarial. En caso contrario, será un documento de buenas intenciones, o de acciones aisladas sin fundamento, que generarán gastos a la empresa cuando en realidad la CC es netamente inversión.

Todos y cada uno de los miembros de la empresa, incluyendo los cargos más altos, deben tener clara cuál es la imagen a transmitir por encima de protagonismos personales o pareceres particulares. La política comunicacional es eso: una política, es decir, las directrices oficiales que rigen las actuaciones comunicacionales sobre los asuntos de la empresa, en todo momento y para todos sus intregrantes.

Una imagen se genera a partir de un gesto, de una actitud, de una palabra, y hasta de un silencio. La falta de coordinación en el aspecto comunicacional puede ocasionar que se generen diversas y hasta antagónicas imágenes, las cuales se derivan en percepciones negativas y en una reputación corporativa dudosa.

El comunicador corporativo crea, moldea la identidad y facilita las comunicaciones que la convertirán en una imagen. En este sentido, diseña la imagen que todos los miembros de la empresa transmitirán –inclusive a sí mismos- con su comportamiento, su cultura corporativa y con el sentido de pertenencia que posean.

Comunicaciones con apellido

Corporación: un ingenioso mecanismo para obtener
ganancia individual sin responsabilidad individual.

Ambrose Bierce

Al inicio de este trabajo mencionamos la existencia de diferentes formas de comunicación en la empresa. Es preciso señalar que forman parte de la CC, la Comunicación Organizacional y la Comunicación Institucional, las cuales se suele creer que son sinónimos.

Se entiende como Organizacional el proceso intercomunicacional que se realiza en las empresas -es decir, a nivel interno- a través de distintas formas y niveles, y cuyos contenidos contribuyen al logro de los objetivos empresariales. No obstante su carácter intercomunicacional, ello no impide que las informaciones y comunicaciones trasciendan el ámbito interno empresarial, y –de hecho- participen personas externas a la empresa , lo cual influye para que se confunda con la CC, conceptualmente hablando.

Por otro lado, la Institucional es aquel proceso mediante el cual las empresas informan a sus públicos objetivo (internos o externos) su razón de ser y el papel que desempeñan en la comunidad y sociedad en general, con un carácter unidireccional, impersonal y no comercial.

Sobre la base de estas precisiones y del concepto de CC expuesto en el Punto de Partida, puede entenderse el porqué la Organizacional y la Institucional forman parte de la Corporativa. Así mismo, es fácil inferir por qué la publicidad, las relaciones públicas y otras formas de información y comunicación son otras herramientas utilizadas por la CC para el cumplimiento de sus objetivos.

Existen muchas otras ramas que el comunicador corporativo no debe pasar por alto. En este trabajo nos referiremos especialmente a tres de ellas por la importancia que vienen adquiriendo en la coyuntura latinoamericana: la Comunicación Financiera, la Comunicación Ambiental y la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), llamada también Responsabilidad Social Empresarial.

Los manejos financieros de la empresa no pueden ser ajenos al profesional que nos ocupa. Por el contrario, en mercados financieros globalizados, donde la información está al alcance de cualquier persona, es imprescindible dominar conceptos, términos y procesos económico-financieros para poder transmitirlos con adecuada precisión y oportunidad. Mientras más transparente sea la información financiera, mayores posibilidades de acceso a los mercados de capital tendrán las empresas. Del mismo modo, mientras más entendible sea la terminología financiera, mayor cantidad de público se interesará en invertir en ellas.

Así como los estándares de calidad son cada vez más exigidos en el entorno empresarial, el tema ambiental se hace recurrente. Las normas ISO 14000, referidas al ambiente, no deben ser desconocidas por el comunicador corporativo, tanto para su aplicación interna como externa. Pese a que dichas normas son de uso voluntario, en los últimos años se ha ido incrementando el número de empresas que condicionan sus relaciones con otras según el apego a la regulación en este campo.

Por último, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) basa su razón de ser en la transparencia informativa y tiene relación directa con las otras mencionadas. Los escándalos empresariales internacionales son una llamada de alerta para que las compañías “sanas” dediquen mayores esfuerzos a la RSC, entendiéndola como el compromiso de la compañía con la sociedad en general, más allá de ser una proveedora de productos y servicios. La RSC implica el diseño de programas en el área social, educativa y económica, así como la participación de empleados, sus familias y la comunidad en ellos, y no debe ser vista simplistamente como donaciones que -en algunos casos- son utilizadas como una forma de pagar menos impuestos.

Una reflexión final

Hay pocos animales más temibles que un hombre
comunicativo que no tiene nada que comunicar.

Christian N. Bovée

Quizás la primera gran tarea del comunicador corporativo es hacer entender a quienes dirigen la empresa la importancia de poseer una cultura de la comunicación. La CC no es tener una oficina de prensa en la compañía. Como dijimos al inicio, la labor del comunicador corporativo es administrar activos intangibles y contribuir a la generación de utilidades.

No obstante, por ahora, no se puede pretender que matemática, contable y exactamente se demuestre en qué porcentaje se incrementarán los ingresos y cuándo se verán realizados . Las labores de comunicación se realizan siempre en el corto plazo y son constantes, pero sus resultados se perciben en el largo plazo.

La labor del comunicador corporativo es incomprendida y subvalorada por quienes no utilizan las comunicaciones como herramienta de gestión, y por quienes piensan que la empresa “camina sola”. El día que la empresa “decida” no caminar, y nadie entienda por qué, espere tranquilo… que tiene trabajo por hacer.
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(*) Antezana C., Miguel E., Apuntes para un Comunicador Corporativo. Revista "Comunicación", Num. 132, Cuarto trimestre 2005. Centro Gumilla; Caracas, Venezuela.

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