La verdadera utilidad del “feedback”

Miguel E. Antezana C. (*)

En una ocasión anterior destacamos la comunicación como la actividad humana por naturaleza, ya que es la que mejor realiza el hombre desde que nace. Así mismo, mencionamos a la retroalimentación –o feedback- como la base del proceso mediante el cual las personas adquieren, comparten y generan conocimientos. Hemos notado que con frecuencia el feedback no pasa de ser una noción, no sólo a nivel de los estudiantes universitarios, sino inclusive entre los profesionales que trabajan la gerencia y/o el área comunicacional.

Conceptualmente, el feedback es un retorno, es una respuesta a través de la cual se recaban informaciones, comentarios, sugerencias, luego de haberse emitido un mensaje o realizado alguna acción. Esto en términos generales y desde el punto de vista de la administración, pues el feedback es un término utilizado en otros campos como la cibernética, la mecánica, la ingeniería electrónica, entre otros.

Origen

Quien utilizara por primera vez el término –con la connotación comunicacional-gerencial a la que nos referimos- fue Norbert Wiener, matemático estadounidense que es considerado el padre de la cibernética. En 1948 publica su libro “Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas” y acuña el feedback desde una visión cibernética.

Wiener trabajó durante la Segunda Guerra Mundial para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en un proyecto que tenía como objetivo guiar a la artillería antiaérea de forma automática mediante el empleo del radar. Específicamente, la tarea de Wiener era predecir la trayectoria de los bombarderos y con ella orientar adecuadamente los disparos de las baterías, mediante correcciones que se basarían en las diferencias existentes entre la trayectoria prevista y la real, es decir, innovaciones del proceso.

Como resultado de los descubrimientos realizados en este proyecto Wiener aporta a la ciencia los conceptos de feedback -o retroalimentación, en español-, así como de cantidad de información. De esta manera, el matemático se convierte en precursor de la “Teoría de la Comunicación” y es mencionado también por sus aportes a la psicología cognitiva.

Visión limitada

Cuando se habla de temas de administración, de gerencia y de comunicación, la palabra feedback suele ser utilizada amplia y constantemente; sin embargo, la idea de lo que engloba es sumamente limitada y le quita el valor y provecho que implica el proceso de retroalimentación.







Recordemos que la comunicación es un proceso bidireccional y hasta multidireccional que permite el enriquecimiento de todos los involucrados, pues ubica los mensajes transmitidos en un paso intermedio y previo a un resultado final mejorado, consensuado y aceptado por los participantes. En este sentido, el feedback no culmina al recibir una respuesta de la otra parte (receptor del mensaje), sino que apenas se está iniciando el proceso retroalimentador.

Enfoque adecuado

Si del emisor sale un mensaje, el receptor lo recibe y emite una respuesta, no podemos afirmar que hubo feedback. Dicha respuesta tiene que procesarse y utilizarse para corregir, perfeccionar y/o consolidar la acción que impulsó la generación del mensaje. Sin la utilización de la respuesta, no hay feedback; la retroalimentación se completa luego del aprovechamiento real de la data recibida. Veamos un ejemplo aplicado al campo empresarial:

Un supervisor, jefe de área, tiene por costumbre reunirse con el personal a su cargo todos los lunes a primera hora en largas sesiones de “planificación y revisión” de lo hecho en la semana. Uno a uno, los miembros del área comparten detalles de las labores realizadas, solamente interrumpidos por la solicitud de aclaratoria y/o preguntas del jefe. Finalmente, el supervisor establece las prioridades en las tareas de la semana por comenzar. El personaje se siente sumamente satisfecho pues cree que trabaja coordinadamente con su equipo, todos participan y sabe comunicarse con su gente.

El párrafo anterior puede resultar conocido y es un típico caso de mala gerencia, pues se pierde un valioso tiempo en un proceso que no posibilitará mejores resultados. El que los miembros de un equipo “rindan cuentas” de su trabajo semanalmente, sólo podrá generar que se preocupen por hacer “algo más” y así exponerlo en la próxima reunión, limitándose a recibir órdenes del jefe sin dar su aporte personal. En síntesis, se comportan como unos robots.

Con la mitad del tiempo consumido, si los miembros del área exponen las situaciones que les impiden realizar sus labores adecuadamente u opinan sobre los procesos que son perfectibles para tener mejores resultados, y –lo más importante- el supervisor toma en consideración todas y cada una de las informaciones recibidas, y las aplica, es en esas circunstancias que hay un proceso de retroalimentación, sólo es ahí cuando se da el feedback.

La próxima vez que se reúna con su personal, no se quiten fuerzas, retroaliméntense.


* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 9 de noviembre de 2009, pág. 23

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Cuando el sol no siempre sale para todos

Miguel E. Antezana C. (*)

“El ambiente en la oficina está pesadísimo; qué flojera tener que ir para allá; si por mi fuera, no iría”; son algunas de las frases que expresan una situación negativa interna en las organizaciones, una situación que, de no remediarse, resultará en continuos movimientos de personal y que afectará el normal desempeño de la empresa. Cuando el clima organizacional es negativo, no hay aire acondicionado que lo remedie: es necesaria la intervención y el apoyo de especialistas en la materia.

¿Clima?

Seguramente todos tenemos la idea, intuimos de qué nos hablan, pero no necesariamente tenemos las palabras para definirla. Un acercamiento a la definición de clima organizacional es el siguiente: Es el conjunto de relaciones humanas y profesionales, condiciones e interacciones laborales, así como las estructuras y procesos –formales e informales- de una organización que, al ser percibidos por sus miembros, influyen y se reflejan de manera directa en el comportamiento individual o grupal corporativo.

El clima organizacional es un producto, es la consecuencia de la interacción de varios factores, muchos de los cuales podemos gerenciar. Aunque el clima organizacional puede verse afectado por elementos externos, una buena gerencia conseguirá crear un “escudo” que minimice los efectos negativos del exterior y fortalecerá la identidad corporativa. Por el contrario, la ausencia de capacidades gerenciales y el desconocimiento de los procesos comunicacionales inherentes al clima organizacional, potenciarán un entorno negativo que puede llegar a ser el inicio de una coyuntura insostenible, altamente “contagiosa” en el tiempo.

Nubarrones en la organización

Son muchos los factores que inciden para que el clima organizacional se torne negativo. En palabras de los afectados, cuando el clima en la empresa se vuelve “pesado”, el dirigirse a la oficina se convierte en una tortura, en un suplicio, en un sufrimiento y no dudan en expresarlo a las personas de sus círculos más cercanos. Sin embargo, lo que el trabajador está tratando de decir es que no siente que existan las condiciones adecuadas para que poder realizar sus labores en forma “normal” o sin sentirse presionado.

La causa más directa de un clima organizacional negativo es la mala gerencia, es decir, la presencia de un supervisor sin las condiciones profesionales y/o personales para tener a su cargo a un grupo de subordinados. El manejo de una cuota de “poder” en la jerarquía organizacional pasa necesariamente por tener la preparación comunicacional adecuada para transmitir órdenes, lineamientos y toda indicación dentro del marco de la gestión empresarial.

En este sentido, un supervisor que no sepa comunicarse, que no emplee el tono de voz adecuado, que no tome en consideración lo que dicen sus subordinados y otras actitudes negativas similares; lo que está sembrando es un resentimiento laboral hacia su persona que día a día riega con sus actitudes y, al crecer, estará generando una sobra, no sólo en su área, sino en toda la organización.

La alta rotación de personal en una empresa suele ser también un síntoma de que en esa organización no existen las condiciones adecuadas (clima) para mantener trabajadores por largo tiempo; ya sean por factores físicos (infraestructura), contractuales (sueldos y beneficios) o funcionales (procesos y gerencia), entre otros. No obstante, se pudieran tener circunstan-cias “maravillosas”, las mejores del mercado, pero los trabajadores no lo consideran o no lo perciben así. En este caso, el problema se circunscribe en el área de la comunicación interna y, específicamente, en fallas en materia comunicacional.

Beneficios

El personal que realiza sus actividades en un ambiente adecuado se siente motivado. Un personal motivado trabaja mejor, y si se trabaja mejor se es más productivo. Comunicacionalmente, cuando los miembros de una organización se encuentran en estas condiciones, siempre transmitirán esa satisfacción, no sólo en el lugar de trabajo sino también en aquellos lugares y con las personas que frecuenta. Los trabajadores tienen la virtud de ser vehículos comunicacionales de la empresa; de allí la importancia de la gerencia comunicacional.

Recordemos que –generalmente- el brindarle a una empresa ocho horas diarias de nuestro esfuerzo, cinco días a la semana, cuatro semanas al mes, once meses (o más) al año, constituye un gran porcentaje de nuestra vida al trabajo. Por lo tanto, es una necesidad el que dichas labores se realicen en un adecuado clima organizacional, de manera que disminuyan los riesgos de generar estrés y otras consecuencias negativas que van en perjuicio del trabajador y que, a la larga, también afectarán el desarrollo productivo de la empresa.


* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 26 de octubre de 2009, pág. 23

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