¿Sabe realmente de Imagen Corporativa?

Miguel E. Antezana C. (*)

Todos los días, todos los miembros de una organización trabajan con ella, por ella y para ella; sin embargo, pocos (por no decir, nadie) lo hace una manera consciente, juiciosa y planificada. Nos referimos a uno de los activos intangibles más estratégicos desde el punto de vista comunicacional: la Imagen Corporativa.

¿Imagen es reflejo?

La Imagen Corporativa es la consecuencia del trabajo comunicacional de una organización en su conjunto, de los trabajadores en forma independiente, y de las labores diarias y rutinarias. Partiendo sobre la base de que la institución posee una identidad propia -que la diferencia claramente en el mercado y la sociedad en general- los procesos de comunicación están (o deberían estar) realizándose con el objetivo de generar una Imagen siempre positiva.

Debemos entender como Imagen el resultado del proceso de percepción, interpretación e interiorización que realizan los públicos objetivo de una organización, dentro del marco de sus labores comunicacionales; pudiendo ser la imagen estratégicamente planificada o involuntariamente generada (no intencional).

Veamos un ejemplo: un establecimiento que comercializa todo tipo de calzados -luego de todos los procedimientos formales y legales para establecerse- tiene una estructura organizativa propia, unos procesos elementales para realizar las ventas y, generalmente, un nombre, unos colores y una forma particular de trabajar para diferenciarse de los demás comercios del ramo. En la medida que todo lo nombrado sea de conocimiento de todos los integrantes de la organización, esté claramente interiorizado y lo hagan parte de la personalidad corporativa, estaremos ante la presencia de la Identidad Corporativa de esta empresa, a la que llamaremos “Z”.

Si esta organización trabaja con criterios de Comunicación Corporativa, invariablemente tendrá sus respectivos procesos de comunicación interna y externa, todos alineados y apuntando hacia una misma visión, como por ejemplo: “ser la zapatería con los mejores productos, con precios competitivos y la mejor atención al cliente de la ciudad”. En este sentido, todo lo que “Z” comunique tendrá como objetivo generar la misma “imagen”, no sólo para los actuales y potenciales clientes, sino para sus propios trabajadores y para la ciudad en general. La Imagen Corporativa no es un reflejo de “lo que hace” la empresa, es un resultado cuidadosamente trabajado; a veces durante muchos años.

Problemas de Imagen

Aunque suena como muy fácil, la gerencia de la Imagen Corporativa es un asunto muy serio pues se trata de una responsabilidad compartida entre personas que –frecuentemente- no saben que tienen ese compromiso en sus manos. Siguiendo con el ejemplo, si las(os) vendedoras(es) de “Z” sólo tienen en mente vender la mayor cantidad de productos para ganar mayores comisiones y por ello convierten el establecimiento en un “campo de batalla”, en el que los clientes son la presa a cazar, seguramente eso generará “ruidos” entre los visitantes al comercio.

Estos “ruidos” pueden ser el casi acoso que sufre el posible comprador (al tener un vendedor “pegado” esperando alguna pregunta o preguntándole qué busca); o antagónicamente el poco interés de los vendedores; o la lentitud en responder a los requerimientos del cliente y una serie de posibilidades más que distan mucho del objetivo de “ser la zapatería con los mejores…”.

En realidad, estas situaciones son acciones comunicacionales (quizás involuntarias) de los trabajadores y que tienen como resultado “Imágenes” ante los públicos externos y que -con toda seguridad- no son positivas y deterioran los mensajes que publicitariamente podría estar transmitiendo “Z”. La Imagen Corporativa se genera con cada acción, pero también con la inacción de la empresa ante sus problemas ya sean internos o externos.

Gimnasia no es magnesia

Un error común es confundir los elementos de Identidad Gráfica con Imagen Corporativa. El logo, el isotipo, la grafía, los colores, las formas que identifican las marcas, productos o la razón comercial son elementos de la identidad gráfica de la organización, es la “manera de vestirse y mostrarse” ante la sociedad y/o el mundo. Dichos elementos pueden ser muy vistosos, elegantes, llamativos, sobrios; en fin, muy acordes con como quiere lucir la empresa.

No obstante, el poseer una impecable identidad gráfica no implica que la imagen que la empresa genere sea positiva, pues con sus comportamientos puede generar reacciones negativas en sus clientes, proveedores y relacionados. La elegancia al vestir no es sinónimo de buenos modales al tratar a la gente; y muchas empresas lo demuestran.

La gerencia comunicacional con criterios de Comunicación Corporativa es definitivamente la estrategia adecuada que encaminará al éxito de las organizaciones del siglo XXI. El resistirse a darle la importancia adecuada es dejarle el camino abierto a la competencia y quedarse sentado a esperar el propio declive organizacional.

* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 19 de octubre de 2009, pág. 19

Licencia de Creative Commons
Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Check out this SlideShare Presentation:

Responsabilidad Social en Comunicación

Miguel E. Antezana C. (*)

Son varios años desde que la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es un tema gerencial y empresarial destacado. Más allá del concepto como tal –aún en formación y discusión- uno de los aspectos que genera mayor polémica es el de las acciones comunicacionales en torno a las labores de RSC que puede adelantar una organización ya que, desde todo punto de vista, su divulgación busca generar una respuesta positiva de parte de los públicos tanto internos como externos.

Qué es y qué no es

Debe entenderse como Responsabilidad Social Corporativa el compromiso voluntario, desinteresado y continuo de las organizaciones para con la sociedad en la que realizan su vida corporativa, el cual es distinto al que viene implícito en sus actividades empresariales. La RSC no se circunscribe a un aspecto en particular, sino que puede abarcar el social, el económico y el ambiental; y sus labores van más allá de lo que establecen las leyes y normas, y se nutre del voluntariado realizado por los miembros de la organización.

El principal problema conceptual con la RSC es la confusión existente con la filantropía y más específicamente con las donaciones. Inclusive, una degeneración es la utilización de las actividades supuestamente dentro del marco de la RSC, pero que buscan como fin último exenciones fiscales. En este sentido, la RSC debe tener como principios la transparencia informativa y la disposición de la empresa a someterse al escrutinio público; para evitar prácticas erradas y consecuencias no deseadas.

Uso comunicacional

Toda acción corporativa comunica, y toda comunicación corporativa genera una imagen. En la medida que la comunicación se gerencia adecuadamente, las imágenes que se generan estarán alineadas con los lineamientos estratégicos de la empresa y con lo establecido en el Plan Estratégico de Comunicación e Imagen, que toda organización debe tener. Por ello -si existe en la organización- la RSC se debe gerenciar desde el punto de vista conceptual y desde el comunicacional pues toda actividad debe ser informada y divulgada.




Trabajar con criterios de RSC implica empezar por casa. No puede nunca pretenderse hacer un plan “hacia afuera” cuando internamente existen problemas laborales, económicos, ambientales o –pero aún- comunicacionales. Ya que la RSC tiene como punto de partida el trabajo colectivo y voluntario de los miembros de la organización (directivos y empleados), las jornadas que se pretendan realizar no pueden imponerse, ya que tendría consecuencias negativas y pueden ser asumidas por los trabajadores como una “hipocresía” de parte de los cargos supervisores.

Las labores de RSC no deben buscar la “simpatía” del público para la empresa con miras a una venta posterior de productos y/o servicios, pues se estaría frente a un manejo comunicacional fraudulento. Así mismo, las labores de RSC deben ser totalmente propias de la organización y de sus miembros; es decir, no se debe pedir a los clientes que “colaboren” (con acciones o dinero) pues se desvirtúan los principios de ciudadanía corporativa.

¿Ciudadanos corporativos?

Si partimos sobre la base de que las organizaciones son miembros de una comunidad y son actores activos en ella, no es descabellado afirmar que son también ciudadanos, aunque corporativos. De hecho, las empresas tienen deberes y derechos al igual que las personas naturales. La obtención de ganancias por sus actividades es consecuencia directa del trabajo de sus empleados y del apoyo que la sociedad le da al adquirir sus productos y servicios. En otras palabras, no es que la empresa le haga un “favor” a la comunidad, es la sociedad la que permite que la empresa subsista.

En ese orden de ideas, la RSC es una respuesta, una contraprestación de las organizaciones a la comunidad, ciudad, país, que ha respondido positivamente a ellas. Por lo tanto, no debe ser una acción aislada, esporádica y condicionada.

Beneficios comunicacionales

Es obvio que cuando una organización trabaja con criterios de RSC, y maneja en forma adecuada el aspecto comunicacional, se generarán apreciaciones e imágenes positivas de la empresa, incluso en aquellas personas que no son clientes. No obstante, estamos hablando de comunicación, no de publicidad, pues no se está “vendiendo” la empresa, ni sus productos.

La empresa debe estar dispuesta a abrir un canal a través del cual la comunidad pueda expresarse sobre esos temas, dar su opinión –positiva o negativa- e inclusive sugerir cuáles deberían ser los campos de acción más provechosos para la sociedad en la que se desenvuelve la organización. Un mal manejo comunicacional puede convertirse en un búmeran que generaría percepciones negativas difíciles de borrar. La RSC, como su nombre lo dice, implica responsabilidad de acción pero también de comunicación.

* Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 5 de octubre de 2009, pag. 23

Licencia de Creative Commons
Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Check out this SlideShare Presentation:

El tamaño no importa

Miguel E. Antezana C. (*)

La tarea más difícil de un emprendedor es dar el primer paso, y si a eso le agregamos un entorno en el que -por más de un año- no se habla de otra cosa que no sea la crisis, empezar a caminar puede tomar una eternidad. No obstante, debemos tener presente que lo único constante es el cambio; por lo tanto, haya crisis o no, por encima de todo deben estar las metas personales.

Si nos referimos a la creación de pequeñas y medianas empresas (PyMEs), éstas pueden convertirse en un sueño, en una quimera, alimentado por un largo camino burocrático que hay que transitar para formalizar su creación de manera legal. Sin embargo, si existe gente que lo logró –y la seguirá habiendo- ¿Por qué nosotros no?

Paso a paso

Asumiendo que tenemos nuestra empresa constituida, y suponiendo que también se han realizado ciertos pasos previos y fundamentales para la naciente organización (plan de negocios, establecimiento de la misión, visión, política financiera, etc.), es imprescindible establecer la filosofía gerencial de la empresa, la forma de administrarla, de llevar las riendas, la cual –al fin al cabo- determinará su desarrollo futuro.

Si la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por los consejos, propuestas, modelos y “palabras santas” de los gurús de la administración y la gerencia (o del management, según algunos gustos) insistiendo en la búsqueda de la competitividad –lo cual no ha perdido vigencia-, creemos que el siglo XXI viene bajo el paraguas de la Comunicación Corporativa. En otras palabras, la herramienta gerencial por excelencia de este siglo es la comunicación.

La organización en las PyMEs

Uno de los falsos mitos que se tiene en cuanto a estructura organizacional es que un área de comunicación tiene que ver con un “área de prensa”, lo cual es totalmente errado. La profesión de “periodista” existe y coexistirá con los medios de comunicación, encargados de procesar información y brindársela a sus diversos públicos; cada día en forma más interactiva. Sin embargo, para toda organización distinta a un medio de comunicación, el profesional requerido es un “comunicador social” con una preparación especializada en la Comunicación Corporativa.

Sobre la base de lo anterior, el que se esté frente a una micro, pequeña o mediana empresa, no implica que no se tomen en consideración criterios comunicacionales tanto para su gerencia como el desarrollo de sus actividades. Por el contrario, las PyMEs son las organizaciones que más necesitan de la comunicación como una herramienta de gestión empresarial.



Desde su creación, las PyMEs ingresan a un mundo en el que los consumidores no tienen preferencias de empresas por el tamaño de sus oficinas, por su capital, por la cantidad de empleados que posea u otros factores netamente internos, sino por lo que ofrece y cómo lo ofrece; mas aún cuando las nuevas tecnologías de información se han convertido en un mundo de oportunidades empresariales y en una ocasión para competir de igual a igual con todas las empresas del mercado.

Eso no quiere decir –necesariamente- que se deba poseer un área de comunicación, físicamente hablando, pues para eso se tiene como alternativa la existencia de otras empresas que brindan servicios externos especializados, sin incidir financieramente en materia de sueldos, prestaciones y todos los costos relacionados con la administración del recurso humano.

Comunicación e imagen

El que la empresa tenga desde sus inicios elementos de identidad gráfica que lo caractericen no es el único elemento a tomar en cuenta para afirmar que sí se trabaja la comunicación. La identidad está compuesta de varios factores -algunos que pueden establecerse y otros que van surgiendo con la actividad empresarial- y no puede limitarse a elementos gráficos como un logo, un nombre, una marca, unos símbolos o un encarte.

Gestionar la empresa con criterios comunicacionales sólidos desde sus inicios, transmite a los públicos seriedad y genera en ellos empatía y confianza. Inclusive, la gran ventaja de las PyMEs sobre las “grandes” empresas es la facilidad de crear la imagen de atención rápida, oportuna y personalizada; siempre y cuando exista esa cultura comunicacional a la que nos referimos.

El conocido refrán “una imagen vale más que mil palabras” (más allá de las discusiones matemáticas, filosóficas y culturales) cobra nuevos brillos, pues la Comunicación Corporativa tiene la capacidad de gerenciar esa imagen, transformarla, perfeccionarla, dirigirla y convertirla en un poderoso vínculo con los públicos o clientes de la empresa.

Si está al frente de una micro, pequeña o mediana empresa, y se sigue preguntando cuándo es que la compañía “tomará vuelo”, primero debería preguntarse si es que se colocó las alas de la comunicación.


(*) Artículo publicado en el diario "El Mundo" (Caracas, Venezuela), lunes 14 de septiembre de 2009, pag. 23

Licencia de Creative Commons
Este artículo está bajo una licencia de Creative Commons.

Check out this SlideShare Presentation: